Los humanos podemos desear la certeza absoluta, aspirar a ella, pretender como hacen los miembros de algunas religiones que la hemos logrado. Pero la historia de la ciencia —sin duda la afirmación de conocimiento accesible a los humanos de mayor éxito— nos enseña que lo máximo que podemos esperar es, a través de una mejora sucesiva de nuestra comprensión, aprendiendo de nuestros errores, tener un enfoque asintótico* del universo, pero con la seguridad de que la certeza absoluta siempre se nos escapará.
Siempre estaremos sujetos al error. Lo máximo que puede esperar cada generación es reducir un poco el margen de error y aumentar el cuerpo de datos al que se aplica. El margen de error es una autovaloración penetrante, visible, de la fiabilidad de nuestro conocimiento. Se puede ver a menudo el margen de error en encuestas de opinión pública («una inseguridad de más o menos tres por ciento», por ejemplo). Imaginemos una sociedad en la que todo discurso en el Parlamento, todo anuncio de televisión, todo sermón fuera acompañado de un margen de error o su equivalente.
Uno de los grandes mandamientos de la ciencia es: «Desconfía de los argumentos que proceden de la autoridad.» (Desde luego, los científicos, siendo primates y dados por tanto a las jerarquías de dominación, no siempre siguen este mandamiento.) Demasiados argumentos de este tipo han resultado ser dolorosamente erróneos. Las autoridades deben demostrar sus opiniones como todos los demás. Esta independencia de la ciencia, su reluctancia ocasional a aceptar la sabiduría convencional, la hace peligrosa para doctrinas menos autocríticas o con pretensiones de certidumbre.
Como la ciencia nos conduce a la comprensión de cómo es el mundo y no de cómo desearíamos que fuese, sus descubrimientos pueden no ser inmediatamente comprensibles o satisfactorios en todos los casos. Puede costar un poco de trabajo reestructurar nuestra mente. Parte de la ciencia es muy simple. Cuando se complica suele ser porque el mundo es complicado, o porque nosotros somos complicados. Cuando nos alejamos de ella porque parece demasiado difícil (o porque nos la han enseñado mal) abandonamos la posibilidad de responsabilizarnos de nuestro, futuro. Se nos priva de un derecho. Se erosiona la confianza en nosotros mismos.
Pero cuando atravesamos la barrera, cuando los descubrimientos y métodos de la ciencia llegan hasta nosotros, cuando entendemos y ponemos en uso este conocimiento, muchos de nosotros sentimos una satisfacción profunda. A todo el mundo le ocurre eso, pero especialmente a los niños, que nacen con afán de conocimiento, conscientes de que deben vivir en un futuro moldeado por la ciencia, pero a menudo convencidos en su adolescencia de que la ciencia no es para ellos. Sé por experiencia, tanto por habérmela explicado a mí como por mis intentos de explicarla a otros, lo gratificante que es cuando conseguimos entenderla, cuando los términos oscuros adquieren significado de golpe, cuando captamos de qué va todo, cuando se nos revelan profundas maravillas.
En su encuentro con la naturaleza, la ciencia provoca invariablemente reverencia y admiración. El mero hecho de entender algo es una celebración de la unión, la mezcla, aunque sea a escala muy modesta, con la magnificencia del cosmos. Y la construcción acumulativa de conocimiento en todo el mundo a lo largo del tiempo convierte a la ciencia en algo que no está muy lejos de un meta-pensamiento transnacional, transgeneracional.
«Espíritu» viene de la palabra latina «respirar». Lo que respiramos es aire, que es realmente materia, por sutil que sea. A pesar del uso en sentido contrario, la palabra «espiritual» no implica necesariamente que hablemos de algo distinto de la materia (incluyendo la materia de la que está hecho el cerebro), o de algo ajeno al reino de la ciencia. En ocasiones usaré la palabra con toda libertad. La ciencia no sólo es compatible con la espiritualidad sino que es una fuente de espiritualidad profunda. Cuando reconocemos nuestro lugar en una inmensidad de años luz y en el paso de las eras, cuando captamos la complicación, belleza y sutileza de la vida, la elevación de este sentimiento, la sensación combinada de regocijo y humildad, es sin duda espiritual. Así son nuestras emociones en presencia del gran arte, la música o la literatura, o ante los actos de altruismo y valentía ejemplar como los de Mohadma Gandhi o Martín Luther King, Jr. La idea de que la ciencia y la espiritualidad se excluyen mutuamente de algún modo presta un flaco servicio a ambas.
Carl Sagan, El mundo y sus demonios, capítulo segundo.
*asintótico, ca.(De asíntota).1. adj. Geom. Dicho de una curva: Que se acerca de continuo a una recta o a otra curva sin llegar nunca a encontrarla. (DRAE)
Yo también pienso que la persona racional sin una idea mágica de la existencia puede ser perfectamente
espiritual, a falta de otro término para designar a quienes son sensibles y buscan crecer o perfeccionarse como seres humanos.
Añadiría a las razones de Sagan mi opinión de que una persona con una idea racional de la existencia, si medita por sí misma los valores con los que se conduce por la vida, me parece mucho más profunda y de mérito que aquellos que sencillamente adoptan los de una doctrina, por piadosa que resulte su pose. Posiblemente, los valores adquiridos de esta manera son, además, mucho más sólidos que los de un aprendizaje de dogmas sin reflexión propia.
Es, por ejemplo, una idea generalizada que quienes aceptan una explicación científica del amor no son sensibles y lo viven más superficialmente que los románticos. Desde mi punto de vista, parece incluso absurdo tener que desmentir afirmaciones de este tipo: la etiqueta de personas frías y vacías que se adjudica a quienes aceptan explicaciones racionales sobre la vida no es más que una caricatura producto de la incomprensión y la ignorancia, o parte de esa presunción de tantos esnobs tópicos "de letras" de tener la exclusiva de las personalidades profundas. Poseer una idea científica del ser humano y de la existencia no solo no puede afectar a la propia humanidad, sino que contribuye a un autoconocimiento y una sabiduría más reales que los del misticismo.
Etiquetas: ciencia, escepticismo, literatura, opinión
10 comentario/s (feed de esta discusión):
A mí me recuerda a la famosa sirena...
Phil Plait comenta la historia original, quien también nos enlaza a la foto original, en donde queda más que claro que por el tamaño del ente, no puede tratarse de un "pie grande" sino de un duende. O en su defecto, de un "pie chico" (muy muy chico, por cierto.
http://www.badastronomy.com/bablog/2008/01/21/speaking-of-dumb-mars-claims/
Saludos.
Es lo que tiene esto de "pareidolar", RinzeWind, que cada uno ve lo que más le suena.
Lonjho, actualizo el artículo con tu información y enlazo tu explicación. Lo del bigfoot lo decía en coña, ¡y resulta que lo han dicho! Qué friqui es el mundo.
Por fin una prueba clara que haga callar a todos estos escépticos dogmáticos de la ciencia oficial y ortodoxa.
Un orco uruk-hai de carne y hueso!
PAREIDOLIA!!
¿Está bailando reagetton... reggaetton... raeggeton... bueno, eso?
Por cierto, no me había fijado en el detector de Dios que tienes a la izquierda :-D
Es que mi Online God Detector es nuevo, Psicopanadero. Los incrédulos dirán que es un simple archivo de imagen; pero, en realidad, esta está generada por un complejo script escrito con el código xhtml oculto de la Biblia.
Estad muy atentos a ver si registra la existencia de Dios, ya que es muy sensible. De hecho, en previsión de un aluvión de detecciones, le he incorporado un botón de reset para que el contador no se colapse si se acerca a su capacidad máxima.
Lo curioso es que no haya registrado nada todavía. No sé qué pensar.
Nah, no hay script, es un simple JPG. Haría falta un milagro par...
¡Ah!
-- Pedro Gimeno
Lo más probable es que se trate de uno de esos moradores de las arenas. Y el lugar en donde fue tomada la foto no es Marte, es Tatooine. La NASA nos lleva haciendo creer desde hace años que están enviando sondas a Marte cuando en realidad no pierden el tiempo en un planeta insignificante cuando tienen a su disposición el portal interdimensional hacia otros mundos más interesantes, el mismo que es importado de de la tecnología extraterrestre (porque nos han estado visitando desde hace años).
Cuántas verdades en un espacio tan reducido, quark schiz...
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