Noticias nuevas (con ideas viejas) de Desmond Morris1
En el primer número de este año de El Escéptico Digital de ARP me encontré dentro del «dossier de prensa» con la sorpresa de una entrevista a Desmond Morris, el etólogo autor de El mono desnudo (1967). Morris es famoso por sus estudios sobre la biología del arte (para mí, con diferencia, lo más interesante que he leído de él) y popularizar en sus libros una visión evolucionista del ser humano, aunque también por ser propenso a entrometer sus opiniones y prejuicios entre auténticas teorías científicas.
La entrevista que reproduce el boletín de ARP es con motivo del último libro de Morris, El hombre desnudo, y en ella se explaya con sus habituales afirmaciones pseudocientíficas, de las que ya no sabe uno si pensar si son mera provocación publicitaria.
Ya que conozco dentro de ARP a varios detractores de Morris, la sociobiología y la etología-pop (tras los sistemas operativos y el sexo de los ángeles, son algunos de los temas que provocan discusiones más largas en su lista de correo, en alguna de las cuales cayeron precisamente algunos de mis errores al respecto), esperé por si alguien lo comentaba en blogs o posteriores boletines. En el siguiente hubiese sido muy oportuno al ser un número especial dedicado a Darwin y la evolución. Visto que no surgen críticas y aunque la biología no es lo mío (nada es lo mío), yo mismo voy a comentar, desde mis limitaciones, algunos fragmentos del texto.
Sexismo
El tópico de la bondad y competencia de la mujer para gobernar está muy extendido en estos tiempos en los que decir estas cosas lo hacen a uno popular, por lo que no es la primera vez que le opongo estas excepciones. Lo normal es que se me responda poniendo un parche: estas mujeres estarían influenciadas por el mundo masculino (el malo), por lo que no representan al femenino (el bueno). Vamos, que las evidencias en contra no cuentan porque no son auténticas mujeres. ¿O eran verdaderas escocesas? Esta falacia es un autoengaño frecuente con el que muchos mantienen cómodamente sus creencias.
La verdad es que su imagen de la humanidad tiene un lado caricaturesco. Me hace imaginar un mundo de burócratas aburridas y eternamente preñadas, con moño y gafas, rodeadas de musculosos fanfarrones mitad lelos, mitad ingeniosos, que se pasan el día haciendo caballitos con sus Harley Davidson.
Peras y manzanas
Aunque Morris conceda al final a los homosexuales «una inteligencia, una inventiva y una creatividad por encima de la media» (lo que a mí me suena a tópico gay), la explicación esconde un prejuicio ya conocido del inglés: considerar anormal la homosexualidad. Probablemente, esto le viene de lejos, quizás la observó por primera vez en animales en cautividad y nunca ha dejado de considerarla una consecuencia de ambientes antinaturales. En su libro de 1964, Reacción de los animales a un medio restringido, se puede leer: «Otro ejemplo de anormalidad sexual irreversible concierne a un orangután. Este simio, un macho joven, estaba enjaulado con otro macho joven y pasaban mucho tiempo jugando juntos. Esto incluía algo de juego sexual, y el coito anal fue observado en numerosas ocasiones.»2 Esta descripción es demasiado parecida a su explicación actual: ambiente social forzado, jóvenes jugando a los médicos...
Lo malo de esta idea es que se da de bruces con la realidad del reino animal, en el que los comportamientos no heterosexuales son comunes y se vive ignorando olímpicamente lo que en nuestra cultura consideremos desviaciones. Los que, como Desmond Morris, no quieren darse por enterados de esto, en vez de describir con neutralidad las innumerables muestras de estas conductas que existen en la naturaleza, se dedican absurdamente a juzgarla y a escribir trabajos científicamente defectuosos, algunos desde el título, como Perversión sexual en las abejas macho o Conducta sexual aberrante en la avestruz sudafricana. Es en realidad exactamente igual a aquel genial chiste del Perich que pone en evidencia la inamovilidad del prejuicio. Algo así: «La homosexualidad es antinatural: no existen animales que la practiquen. Excepto los animales maricones, claro.»
Considerar la homosexualidad un comportamiento aberrante viene de la creencia en que el sexo solo es «correcto» cuando está destinado a la reproducción, ya que para otra cosa «no sirve para nada a la especie». Pero es un error pensar que en la naturaleza todo tiene que «valer» para algo, como lo es pensar que una característica animal debe tener una función clara y única. El sexo es una conducta muy compleja; aunque pueda servir a la especie para la reproducción, a nosotros, los individuos, también nos puede dar simplemente gustito o hacernos coger cariño al personal. Por ejemplo, el sexo por placer –homosexual o heterosexual– puede hacer que algunos seres vivos formen y mantengan vínculos que propicien la cooperación dentro de su grupo, fortaleciéndolo. Esto sería un tipo de sexo no encaminado a la reproducción que también favorecería ante la selección natural a los que lo practican.
A veces, es ingenuo esperar de la naturaleza que disponga las cosas para que a nosotros nos parezcan ordenadas en «blancas» y «negras». Existen muchas que pueden resultarnos embarulladamente grises; pero no hay en realidad motivos para que cambien mientras «vayan tirando», que es lo que llamamos supervivencia. Al parecer, los humanos hemos tenido bastante éxito con una sexualidad gris: somos monógamos celosos, pero también promiscuos; existen heterosexuales, pero también homosexuales y bisexuales...
La diversidad dentro de una especie es muchas veces una ventaja en sí misma, no hay por qué clasificar las diferencias naturales entre nosotros en «rareza» y «normalidad». Y cuando dejamos de considerar la homosexualidad una conducta desviada, desaparecen teorías rebuscadas para justificarla, como la de Morris, y Occam sonríe al ver satisfecho su principio de economía de pensamiento.
Basta con hacer una búsqueda en Google con las claves «Desmond Morris» más «homosexualidad» para descubrir, por ejemplo, que se usa la autoridad del inglés para respaldar tópicos homófobos (y yo que había jurado no usar nunca este «palabro»). Por eso creo que, dada su influencia, es inadecuado citarlo sin crítica en una publicación escéptica. Ignoro los criterios de selección que en El escéptico digital siguen para su «dossier de prensa». Quizás no exigen en él tanto rigor como en los artículos originales, cuando los hay, y es un apartado en el que permiten simples curiosidades; pero, si es así, no está explícito, por lo que mi impresión desde fuera es que se está brindando la credibilidad de un boletín escéptico a una entrevista plagada de afirmaciones pseudocientíficas, más cuando en su página oficial figura bajo el epígrafe «antropología». Quizás en El Escéptico Digital quieran incluir este comentario mío en un número futuro de su boletín.
1 Agradezco la supervisión del contenido a Oswaldo Palenzuela Ruiz (Biólogo).
2 Desmond Morris, 1964, en The Response of Animals to a Restricted Environment, traducido de una cita en Biological exuberance, de Bruce Bagemihl.
Actualización: tuve la oportunidad de preguntar por chat al paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga sobre este tema. Su tajante respuesta, en la entrada de este blog titulada En el chat con Juan Luis Arsuaga
También otros han escrito sobre tema:
-La homosexualidad en El mono desnudo
-Una infancia prolongada
-Por qué hay hombres gay
La entrevista que reproduce el boletín de ARP es con motivo del último libro de Morris, El hombre desnudo, y en ella se explaya con sus habituales afirmaciones pseudocientíficas, de las que ya no sabe uno si pensar si son mera provocación publicitaria.
Ya que conozco dentro de ARP a varios detractores de Morris, la sociobiología y la etología-pop (tras los sistemas operativos y el sexo de los ángeles, son algunos de los temas que provocan discusiones más largas en su lista de correo, en alguna de las cuales cayeron precisamente algunos de mis errores al respecto), esperé por si alguien lo comentaba en blogs o posteriores boletines. En el siguiente hubiese sido muy oportuno al ser un número especial dedicado a Darwin y la evolución. Visto que no surgen críticas y aunque la biología no es lo mío (nada es lo mío), yo mismo voy a comentar, desde mis limitaciones, algunos fragmentos del texto.
Sexismo
«Ha habido una especialización muy considerable de las funciones del varón y de la hembra», explica. «Los hombres se volvieron más atléticos y se dedicaron a la caza; las mujeres se encargaban de todo lo demás. Ellas eran multitarea, por emplear una expresión que se ha hecho muy popular, y se encontraban en el centro de la sociedad. No es una cuestión de superioridad e inferioridad, sino una cuestión de diferencias, y esas diferencias son absolutamente reales». Los hombres eran prescindibles; las mujeres, debido a su función reproductiva, no lo eran. «No se podían permitir la pérdida de una mujer», añade, «porque eran muy valiosas, de ahí que los hombres se especializaran en la caza». Durante toda la Prehistoria, esta separación de papeles funcionó estupendamente, destaca Morris; una unión perfecta diseñada para sacar adelante a las crías jóvenes y perpetuar la especie.Morris sacó aquí su bola de cristal. Se pueden inferir facetas de una cultura prehistórica si dejan algunos rastros, como las herramientas, el arte, las evidencias funerarias y más cosas que supongo que ni imagino; pero los investigadores no pueden conocer, al grado que pretende Morris, el comportamiento de un grupo humano en un pasado tan lejano, por lo que sus afirmaciones sobre cómo se organizaban estas sociedades parecen pura especulación. Además, en las culturas humanas que en la actualidad podemos observar en estado «natural», como algunas tribus que permanecen más o menos salvajes, no parece que predomine la organización social femenina que confirmaría sus ideas. Morris no se molesta demasiado en contrastar en lo posible sus teorías con la realidad, más bien parece sustituirla por su propia reconstrucción ideal del pasado del ser humano.
«Durante un millón de años», explica Morris, «las mujeres estuvieron en el centro de la sociedad y los hombres, en la periferia. [...] La desgracia que han tenido las mujeres es que, al cabo de un cierto tiempo, los cazaderos pasaron a ser los centros de las ciudades y por ello, en lugar de seguir en la periferia, los hombres empezaron a acudir al centro de las ciudades a hacerse cargo de la situación. Las ciudades eran los cazaderos, aunque ahora esto de la caza sea algo metafórico. La urbanización ha favorecido al varón».
[...] La parte positiva es que Morris piensa que las mujeres deberían gobernarlo prácticamente todo. «Mucho mejor nos iría», afirma, «si las mujeres se hicieran cargo de la gran mayoría de las organizaciones. Si las mujeres dirigieran el mundo político en lugar de los hombres, por ejemplo. Yo no creo que los hombres estén hechos o sean más apropiados para la política. Las mujeres lo están mucho más porque son más prudentes por motivos genéticos y no van a cometer equivocaciones estúpidas».De nuevo, en vez de partir de hechos para extraer una conclusión, Morris busca las razones que refuercen su teoría e ignora los datos en contra. Y yo diría que estos «datos» pueden tener incluso nombre propio: Golda Meir, Margaret Thatcher, Condoleeza Reece, Esperanza Aguirre... (Risas).
El tópico de la bondad y competencia de la mujer para gobernar está muy extendido en estos tiempos en los que decir estas cosas lo hacen a uno popular, por lo que no es la primera vez que le opongo estas excepciones. Lo normal es que se me responda poniendo un parche: estas mujeres estarían influenciadas por el mundo masculino (el malo), por lo que no representan al femenino (el bueno). Vamos, que las evidencias en contra no cuentan porque no son auténticas mujeres. ¿O eran verdaderas escocesas? Esta falacia es un autoengaño frecuente con el que muchos mantienen cómodamente sus creencias.
La parte negativa, desde las posiciones feministas, es que Morris cree que «los hombres, debido a su predisposición natural al riesgo, serán siempre mejores inventores y artistas; por cada gran artista femenina, hay 100 varones. Hay más varones geniales que mujeres geniales», prosigue con su diagnóstico, «y más varones idiotas que mujeres idiotas. Si eres una hembra humana, no te puedes permitir el lujo de asumir riesgos y no te puedes permitir ser una tonta de capirote; tienes que moverte entre esos dos extremos».Me pregunto cómo distingue Morris la genialidad. Y si, una vez fijada una definición, ha contado los genios de la humanidad para poder hacer esta afirmación. Incluso si lo hubiera hecho y las cifras le dieran la razón, ¿cómo sabría si la causa es una diferencia en la inteligencia y no, por ejemplo, las desigualdades históricas en el acceso a la educación? Es el mismo caso que el de quien afirma que los negros son más propensos a la delincuencia que los blancos; pero sin tener en cuenta los estratos sociales en los que viven ambos grupos. En un asunto con tantos aspectos que tener en cuenta, no es posible emitir con seguridad un juicio tan simplificado como el suyo, que parece solo basado en impresiones personales.
La verdad es que su imagen de la humanidad tiene un lado caricaturesco. Me hace imaginar un mundo de burócratas aburridas y eternamente preñadas, con moño y gafas, rodeadas de musculosos fanfarrones mitad lelos, mitad ingeniosos, que se pasan el día haciendo caballitos con sus Harley Davidson.
Peras y manzanas
«[...] una característica clave de nuestra historia evolutiva ha sido la prolongación de la infancia y el aplazamiento de la reproducción. Uno de los efectos sociales de estos fenómenos ha sido que, durante 10 años, entre los cuatro y los 14 años de edad, aproximadamente, los niños y las niñas tienden a jugar en grupo sólo con los de su sexo y a no relacionarse con los del otro. En la pubertad, los sexos, empujados por la necesidad de reproducirse, empiezan a relacionarse pero, por razones fundamentalmente de tipo social, una proporción pequeña de hombres y de mujeres siguen prefiriendo a los de su propio sexo.»Mi primera objeción a esto es que muchos heterosexuales continúan jugando entre sí cuando son adultos. Los hombres, incluso, a cosas consideradas «de machotes». Por otra parte, puede que Morris se haya educado en colegios ingleses no mixtos; pero la separación de sexos en la infancia no es una norma en el ser humano. Que yo sepa, existen «cachorros del mono desnudo» de ambos sexos que conviven, juegan y son muy amigos durante sus infancias. Basta con observar tu barrio para comprobarlo. Y, con seguridad, existen personas homosexuales que no crecieron en las condiciones que señala Morris, como quienes hayan tenido infancias solitarias o los que hayan crecido rodeados únicamente de personas del sexo opuesto, ¿cómo se explicarían estos casos?
Los homosexuales masculinos, sostiene Morris, «representan el caso extremo del carácter juguetón y tienen mayores probabilidades de ser más creativos que la media de los hombres». Uno de los rasgos clave de los seres humanos, según la teoría general de Morris, es que, a diferencia de otras especies, nosotros nunca perdemos la curiosidad y la capacidad de inventiva de nuestra juventud. Según él, «los homosexuales manifiestan ese síndrome de Peter Pan en grado extremo, lo que les otorga una inteligencia, una inventiva y una creatividad por encima de la media».En esta explicación en la que «por razones fundamentalmente de tipo social» algunos seres humanos no comparten el crecimiento de sus congéneres, la homosexualidad se describe como un desarrollo truncado por razones ambientales. O sea, es una normalidad no alcanzada, una aberración del comportamiento.
Aunque Morris conceda al final a los homosexuales «una inteligencia, una inventiva y una creatividad por encima de la media» (lo que a mí me suena a tópico gay), la explicación esconde un prejuicio ya conocido del inglés: considerar anormal la homosexualidad. Probablemente, esto le viene de lejos, quizás la observó por primera vez en animales en cautividad y nunca ha dejado de considerarla una consecuencia de ambientes antinaturales. En su libro de 1964, Reacción de los animales a un medio restringido, se puede leer: «Otro ejemplo de anormalidad sexual irreversible concierne a un orangután. Este simio, un macho joven, estaba enjaulado con otro macho joven y pasaban mucho tiempo jugando juntos. Esto incluía algo de juego sexual, y el coito anal fue observado en numerosas ocasiones.»2 Esta descripción es demasiado parecida a su explicación actual: ambiente social forzado, jóvenes jugando a los médicos...
Lo malo de esta idea es que se da de bruces con la realidad del reino animal, en el que los comportamientos no heterosexuales son comunes y se vive ignorando olímpicamente lo que en nuestra cultura consideremos desviaciones. Los que, como Desmond Morris, no quieren darse por enterados de esto, en vez de describir con neutralidad las innumerables muestras de estas conductas que existen en la naturaleza, se dedican absurdamente a juzgarla y a escribir trabajos científicamente defectuosos, algunos desde el título, como Perversión sexual en las abejas macho o Conducta sexual aberrante en la avestruz sudafricana. Es en realidad exactamente igual a aquel genial chiste del Perich que pone en evidencia la inamovilidad del prejuicio. Algo así: «La homosexualidad es antinatural: no existen animales que la practiquen. Excepto los animales maricones, claro.»
Considerar la homosexualidad un comportamiento aberrante viene de la creencia en que el sexo solo es «correcto» cuando está destinado a la reproducción, ya que para otra cosa «no sirve para nada a la especie». Pero es un error pensar que en la naturaleza todo tiene que «valer» para algo, como lo es pensar que una característica animal debe tener una función clara y única. El sexo es una conducta muy compleja; aunque pueda servir a la especie para la reproducción, a nosotros, los individuos, también nos puede dar simplemente gustito o hacernos coger cariño al personal. Por ejemplo, el sexo por placer –homosexual o heterosexual– puede hacer que algunos seres vivos formen y mantengan vínculos que propicien la cooperación dentro de su grupo, fortaleciéndolo. Esto sería un tipo de sexo no encaminado a la reproducción que también favorecería ante la selección natural a los que lo practican.
A veces, es ingenuo esperar de la naturaleza que disponga las cosas para que a nosotros nos parezcan ordenadas en «blancas» y «negras». Existen muchas que pueden resultarnos embarulladamente grises; pero no hay en realidad motivos para que cambien mientras «vayan tirando», que es lo que llamamos supervivencia. Al parecer, los humanos hemos tenido bastante éxito con una sexualidad gris: somos monógamos celosos, pero también promiscuos; existen heterosexuales, pero también homosexuales y bisexuales...
La diversidad dentro de una especie es muchas veces una ventaja en sí misma, no hay por qué clasificar las diferencias naturales entre nosotros en «rareza» y «normalidad». Y cuando dejamos de considerar la homosexualidad una conducta desviada, desaparecen teorías rebuscadas para justificarla, como la de Morris, y Occam sonríe al ver satisfecho su principio de economía de pensamiento.
Basta con hacer una búsqueda en Google con las claves «Desmond Morris» más «homosexualidad» para descubrir, por ejemplo, que se usa la autoridad del inglés para respaldar tópicos homófobos (y yo que había jurado no usar nunca este «palabro»). Por eso creo que, dada su influencia, es inadecuado citarlo sin crítica en una publicación escéptica. Ignoro los criterios de selección que en El escéptico digital siguen para su «dossier de prensa». Quizás no exigen en él tanto rigor como en los artículos originales, cuando los hay, y es un apartado en el que permiten simples curiosidades; pero, si es así, no está explícito, por lo que mi impresión desde fuera es que se está brindando la credibilidad de un boletín escéptico a una entrevista plagada de afirmaciones pseudocientíficas, más cuando en su página oficial figura bajo el epígrafe «antropología». Quizás en El Escéptico Digital quieran incluir este comentario mío en un número futuro de su boletín.
1 Agradezco la supervisión del contenido a Oswaldo Palenzuela Ruiz (Biólogo).
2 Desmond Morris, 1964, en The Response of Animals to a Restricted Environment, traducido de una cita en Biological exuberance, de Bruce Bagemihl.
* * *
Actualización: tuve la oportunidad de preguntar por chat al paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga sobre este tema. Su tajante respuesta, en la entrada de este blog titulada En el chat con Juan Luis Arsuaga
También otros han escrito sobre tema:
-La homosexualidad en El mono desnudo
-Una infancia prolongada
-Por qué hay hombres gay
Etiquetas: ciencia, escepticismo, recortes de prensa
18 comentario/s (feed de esta discusión):
completamente de acuerdo con esta entrada. Me ha parecido muy oportuno el chiste de Perich de que "ningún animal lo practica...". Otro dato: el sexo como via de escape para tensiones del grupo no es único en la especie humana: las hembras de Bonobo practican relaciones hasta estando preñadas para mantener la cohesión social. Es una adaptación evolutiva tan exagerada que el macho de bonobo posee los testiculos en proporción más grandes de todos los primates...ante esta evidencia, a veces me dan ganas de apuntarme a los hare krishna para poder reencarnarme en uno de estos felices especímenes...
Qué cosas... :)
Saludos
Doctor,
Crítico de blogs
Simplemente, ya era hora de que volvieras a cargar la tinta en tu pluma, gracias.
De todas formas una cosilla: en el parrafo "Al parecer, los humanos hemos tenido bastante éxito con una sexualidad gris: somos monógamos celosos, pero también promiscuos; existen heterosexuales, pero también hay gays y bisexuales..." no acabo de ver eses último "gays". Seguramente me equivoque, pero creo que solo hace referencia a los homosexuales masculinos, ¿nos olvidamos de las lesbis o sencillamente me equivoco? Porque no te perdonaría olvidar a las lesbis, que tanto placer nos han dado en otra practica sexual muy difundida entre monos con o sin pelo ;-)
Un saludo.
Pues ahora que lo dices, le pregunto vía sms a quienes entienden a ver qué me dicen. ("A quienes entienden", ¿lo pillas? ¡"a quienes entienden"!, tanto ingenio me desborda a veces...)
Me contestan que en teoría se usa solo para hombres, pero como lesbiana es percibido como malsonante, se emplea ya bastante "mujer gay". O sea, te hago caso y lo cambio. Gracias...
Hola.
Siento estar en desacuerdo con casi toda tu entrada, y es que veo un exceso de simplificación por tu parte. Veamos:
Partiendo de que en la naturaleza hay diversidad de sexos y de comportamientos sexuales, ello no obsta para reconocer que en la inmensa mayoria de las especies dotadas con dos sexos la conducta mayoritaria, por mucho, es la heterosexual. Claro que hay conductas homosexuales, con distintos propósitos, pero la mayoría es la heterosexual, y negar esto es ir contra la evidencia y la estadística. Con la raza humana pasa lo mismo: pretender desconocer que la mayoría de las personas son heteros es aventurarse demasiado.
Por ello, y quizá justificando la opinión de Morris, a mí me parece muy normal que considere "desviadas" las conductas homosexuales, entendiéndose así las que se "desvían" estadísticamente de la media, no como raras o peligrosas. Igualmente el término "aberrante" creo que es más descriptivo que calificativo, así que cuando un avestruz muestra tendencias o comportamientos homosexuales, que están fuera de la media claramente, puede tacharse ese comportamiento de aberrante sin que implique otros juicios de valor.
Como tú mismo dices "al parecer, los humanos hemos tenido bastante éxito con una sexualidad gris: somos monógamos celosos, pero también promiscuos; existen heterosexuales, pero también homosexuales y bisexuales...", creo que deberías añadir que "existe una inmensa mayoria de heterosexuales y una inmensa minoría de homosexuales y bisexuales", exactamente igual que en el reino animal.
Pretender que la heterosexualidad es un mero accidente evolutivo es desconocer el papel que la diferenciación sexual ha jugado en la evolución de nuestra especie y la importancia que los roles sexuales han tenido en el desarrollo de nuestras comunidades.
Más abajo afirmas que considerar que el sexo solo tiene fines reproductores, y si no no vale para nada, creo que se desmonta solo cuando pensamos en la actividad sexual del hombre, tan dado al placer por sí mismo (y ahí tines el descenso en los índice de natalidad en casi todo el mundo desarrollado, y follar se sigue follando lo mismo, o quizá más -aunque no es mi caso, JE-. Los juegos sexuales entre machos de diversas especies, como apuntas, apoyan precisamente esta versión, que el sexo se practica no sólo con fines reproductores. ¿Que sirve el sexo para cohesionar sociedades? Claro, pero el heterosexual también, no sólo para procrear. ¿O no es un prejuicio pensar que los comportamientos homosexuales cohesionan más que los heteros?
Resumiendo el rollo, creo que Morris describe una realidad y se fija en la inmensa mayoría para establecer unas pautas de comportamiento, y para nada desprecia las conductas "desviadas" sino como citas estadísticas. ¿Que el sexo homosexual no sirve para nada? Pues no, para procrear no. Para cohesionar sí, de acuerdo, pero también cohesiona el sexo hetero.
Saludos,
Pues yo tampoco estoy muy de acuerdo, amigo Gerardo.
Que ha habido una especialización en los sexos es algo evidente. Desde luego, algún sentido evolutivo debe tener la mayor corpulencia del macho humano. Es posible que este fuera el cortejo, la lucha entre machos o algo parecido, pero sin duda, desarrolló características físicas que le hacen un cazador más idóneo que la mujer. La función multitarea de la mujer en sociedades de cazadores-recolectores está muy bien documentada. Desde el punto de vista evolutivo, la mujer debe correr menos riesgos que el hombre, debido a su mayor inversión parental. Resultaría muy extraño que la evolución no hubiera favorecido un rasgo semejante.
La hipótesis del desplazamiento del papel de la mujer puede ser correcta o no, pero no deja de ser una hipótesis explicativa de un hecho.
Las tendencias genéticas no implican determinación absoluta, con lo que la presencia de mujeres en la alta política no refuta la tesis de Morris. Que las mujeres, como tendencia media, corren menos riesgos que los hombres es, además de una consecuencia lógica evolutiva respetable, un hecho empírico apoyado en estudios. Esto no significa ninguna de estas cosas:
a) Que no puedan haber mujeres que corran riesgos.
b) Que no puedan haber hombres poco dispuestos correr riesgos.
c) Que deba ser de alguna de estas maneras. El es y el debe ser son distintos, y Morris no niega que se luche por el debe ser que se considere correcto. Pero ese es un tema ético y de justicia.
Respecto de la “genialidad”, es cierto que el entorno influye, pero no es menos cierto que, sea en el grado que se quiera, la evolución también lo ha hecho. Respecto de la inteligencia, al menos el 50% por cierto de la varianza- no creo que nadie niegue que no todos somos iguales- se explica por razones genéticas. La genialidad sería un producto seguramente igualmente mixto, como casi todos. Admitiendo la ambigüedad del término, podemos admitir que, si el hombre está dotado, como media, a correr más riesgos, es esperable que ocurra en cualquier ámbito.
Morris no dice que cuando empiezan las relaciones con el otro sexo se abandonen las que se tienen con el propio. Y la tendencia en los años mencionados por Morris es correcta. Me sorprende que Morris explique la homosexualidad con factores sociales, cuando su “pecado” es precisamente el contrario. Un poco antes de ese párrafo, cuando se refiere a los niños, habla de “efecto sociales”, es decir, de efectos genéticos en la estructura social. Me parece que debe haber algún error aquí. En todo caso, no comparto esto último de “factores sociales” si los hace responsables de la homosexualidad. En todo caso, me parece que sobre interpretas a Morris en esto. El no dice que el síndrome de Peter Pan mayormente manifiesto en los homosexuales sea causa de la homosexualidad, el habla de una consecuencia de ello, lo cual, por cierto, habla de factores genéticos, no ambientales.
Hola a los dos. La verdad, creo que ambos habéis malinterpretado pasajes de mi texto, por lo que parte de mis respuestas inciden en esto.
Manolo_elmas: [Partiendo de que en la naturaleza hay diversidad de sexos y de comportamientos sexuales, ello no obsta para reconocer que en la inmensa mayoria de las especies dotadas con dos sexos la conducta mayoritaria, por mucho, es la heterosexual. Claro que hay conductas homosexuales, con distintos propósitos, pero la mayoría es la heterosexual, y negar esto es ir contra la evidencia y la estadística. Con la raza humana pasa lo mismo: pretender desconocer que la mayoría de las personas son heteros es aventurarse demasiado.]
Bueno, Manolo, aquí pareces asumir que yo digo que la conducta homosexual es tan abundante como la heterosexual y pasas a razonar después sobre este supuesto; pero creo que está claro que yo no digo eso en ningún momento. Así que, por tanto, negándote la mayor, también niego que yo haya argumentado contra la evidencia y la estadística. Todo lo contrario.
[Por ello, y quizá justificando la opinión de Morris, a mí me parece muy normal que considere "desviadas" las conductas homosexuales, entendiéndose así las que se "desvían" estadísticamente de la media, no como raras o peligrosas. Igualmente el término "aberrante" creo que es más descriptivo que calificativo, así que cuando un avestruz muestra tendencias o comportamientos homosexuales, que están fuera de la media claramente, puede tacharse ese comportamiento de aberrante sin que implique otros juicios de valor.]
Sospecho que tu opinión está basada únicamente en este texto que, como entrevista, expone superficialmente sus ideas. Morris es conocido por tratar la homosexualidad como una desviación antinatural, lo que claro que implica un juicio de valor. No recuerdo si es en El mono desnudo o en El zoo humano que hay pasajes muy claros sobre el tema.
[Pretender que la heterosexualidad es un mero accidente evolutivo es desconocer el papel que la diferenciación sexual ha jugado en la evolución de nuestra especie y la importancia que los roles sexuales han tenido en el desarrollo de nuestras comunidades.]
Ejem, ¿cuándo digo yo que la heterosexualidad es un mero accidente evolutivo? Lo que digo en el artículo es que la sexualidad humana y la de muchísimos animales no está como quieren muchos claramente determinada para ser puramente heterosexual, una hipótesis de la que hay que partir para afirmar que los restantes comportamientos sexuales son anomalías. Lo que está claro, simplemente observando nuestras sociedades o ambientes considerados más naturales, es que la homosexualidad y otros comportamientos “escandalosos” existen, y no siempre en minoría, además. Tampoco es lógico tener en cuenta al hacer estadísticas solo la sociedad actual occidental; ya que tenemos otras sociedades pasadas, y no hace demasiado, en las que la promiscuidad estaba muy extendida. Pero claro, si también las tratamos como aberraciones... enseguida despachamos de la realidad lo que no nos gusta. Hay que dejar de lado la educación de nuestra cultura para ser un observador imparcial, y en nuestra sociedad, aunque se esté intentando cambiar esto, la homosexualidad es un tabú.
[¿O no es un prejuicio pensar que los comportamientos homosexuales cohesionan más que los heteros?]
No digo tal cosa en ese párrafo: El sexo es una conducta muy compleja; aunque pueda servir a la especie para la reproducción, a nosotros, los individuos, también nos puede dar simplemente gustito o hacernos coger cariño al personal. Por ejemplo, el sexo por placer –homosexual o heterosexual– puede hacer que algunos seres vivos formen y mantengan vínculos que propicien la cooperación dentro de su grupo, fortaleciéndolo. Esto sería un tipo de sexo no encaminado a la reproducción que también favorecería ante la selección natural a los que lo practican. Yo solo hablo de que el sexo no es únicamente reproducción, sin especificar tendencias.
[Resumiendo el rollo, creo que Morris describe una realidad y se fija en la inmensa mayoría para establecer unas pautas de comportamiento, y para nada desprecia las conductas "desviadas" sino como citas estadísticas.]
Yo no lo creo. Morris no habla de estadísticas, sino de comportamientos causados por ambientes antinaturales, lo que tiene implicaciones distintas. Tras leer esos libros que digo, esta era la idea que yo tenía (una de esas que menciono que me corrigieron en la lista de correo Escépticos), y puedo decirte que uno no piensa lo mismo de un comportamiento si cree que es sencillamente minoritario pero normal que si crees que es una aberración causada por las circunstancias.
Asigan: [Pues yo tampoco estoy muy de acuerdo, amigo Gerardo.]
Vaya :). Aprovecho para dedicarte tarde este artículo, que quizás recuerdes que te prometí hace mucho.
[Que ha habido una especialización en los sexos es algo evidente. Desde luego, algún sentido evolutivo debe tener la mayor corpulencia del macho humano. Es posible que este fuera el cortejo, la lucha entre machos o algo parecido, pero sin duda, desarrolló características físicas que le hacen un cazador más idóneo que la mujer. La función multitarea de la mujer en sociedades de cazadores-recolectores está muy bien documentada. Desde el punto de vista evolutivo, la mujer debe correr menos riesgos que el hombre, debido a su mayor inversión parental. Resultaría muy extraño que la evolución no hubiera favorecido un rasgo semejante.]
Bueno, es que yo no digo que hombres y mujeres seamos iguales. Es lógico pensar que si tenemos dimorfismo sexual hay también adaptaciones del comportamiento que nos distinguen. Pero no trato esto en el artículo, he hablado únicamente del tópico de la mujer como gobernante mejor dotada que el hombre, y creo no hay evidencias para apoyar esto último. Morris dice que las mujeres pasaron a ser las dirigentes de la sociedad, algo que parece que choca con lo que sabemos: estar cazando por ahí nos es problema para los hombres para llevar los pantalones en el poblado. También dice que las mujeres son mejores gobernantes, algo que podemos desmentir con ejemplos históricos. Así como hay jefes y políticos de ambos sexos admirables y competentes, los hay también en ambos sexos vergonzosos, corruptos e incompetentes. De estos últimos trata mi pequeña lista, que es en realidad un chiste.
[Las tendencias genéticas no implican determinación absoluta, con lo que la presencia de mujeres en la alta política no refuta la tesis de Morris.]
Mmm... La intención de esa lista no es ser una enumeración de políticas de altos vuelos, algo que no aportaría nada a mi argumentación; es de mujeres políticas que no me parecen dignas de admiración.
[Respecto de la “genialidad”, es cierto que el entorno influye, pero no es menos cierto que, sea en el grado que se quiera, la evolución también lo ha hecho. Respecto de la inteligencia, al menos el 50% por cierto de la varianza- no creo que nadie niegue que no todos somos iguales- se explica por razones genéticas. La genialidad sería un producto seguramente igualmente mixto, como casi todos. Admitiendo la ambigüedad del término, podemos admitir que, si el hombre está dotado, como media, a correr más riesgos, es esperable que ocurra en cualquier ámbito.]
Aquí creo que estás de acuerdo conmigo. Al menos si entiendo que, como yo, no ves la relación que tiene correr riesgos con la genialidad. Lo que hace Morris es, sencillamente, especular. Como digo arriba, hay muchas facetas que estudiar para explicarnos esta desigualdad; y alguna de ellas de influencia evidente, como las desigualdades sociales. Sacarse de la manga teorías biológicas infalsables es pura etología de salón. Somos muy complicados para tirarse a la piscina de la “reducción a los genes” de esta manera.
[Me sorprende que Morris explique la homosexualidad con factores sociales, cuando su “pecado” es precisamente el contrario.]
No entiendo qué quieres decir aquí, su “pecado” es precisamente atribuir al ambiente (léase “factores sociales”) una influencia desviadora sobre los “correctos” genes.
[Un poco antes de ese párrafo, cuando se refiere a los niños, habla de “efecto sociales”, es decir, de efectos genéticos en la estructura social.]
Yo no lo interpreto así, me parece claro que los factores sociales son el ambiente, en este caso una cultura humana.
[En todo caso, me parece que sobre interpretas a Morris en esto. El no dice que el síndrome de Peter Pan mayormente manifiesto en los homosexuales sea causa de la homosexualidad, el habla de una consecuencia de ello, lo cual, por cierto, habla de factores genéticos, no ambientales.]
Bueno, aparte de que atribuir ese “síndrome de Peter Pan” a los homosexuales me suena a enorme tópico, creo que no se mantiene si pensamos en la infantilización es perfectamente general en el ser humano. ¿Acaso nerds, friquis y geeks no conservan en la etapa adulta características consideradas infantiles por la mayoría?
Yo veo más bien que Morris mezcla churras con merinas para llegar a donde quiere, como suele hacer. Estoy bastante seguro de que Morris habla aquí de la neotenia, algo sobre lo que suele argumentar en sus libros. Recibe el nombre en biología de neotenia la conservación de características juveniles en la etapa adulta, es una forma “rápida” de “lograr cosas” (que se me perdonen las simplificaciones); por ejemplo, se supone que la sufrió el ser humano en su evolución cuando aumentó su tamaño cerebral en pocos millones de años. Lo que sucedió es que “infantilizó” su cabeza, lo que supuso mayor crecimiento cerebral para el adulto. Creo que mezclar la neotenia con la homosexualidad es muy enrevesado. ¿Son un caso extremo de neotenia? Creo que es mejor afeitarle las barbas a Morris con todo esto. Hay muchos comportamientos animales que no tienen un “propósito” y buscarles explicaciones es inventar entes sin necesidad.
Saludos,
Gerardo
Y mira qué casualidad, que ojeando mis estadísticas acabo de descubrir dos entradas de Martín Fragoso (Las patillas de Asimov) que tratan precisamente de homosexualidad y neotenia.
Una infancia pronlogada
La homosexualidad en El mono desnudo
Un fragmento del segundo: Llegamos al asunto de la homosexualidad.
Desde el inicio nos vamos percatando del enfoque que le dará el zoólogo: “La función primordial del comportamiento sexual es la reproducción de la especie, y es evidente que esto no puede lograrse con la formación de parejas homosexuales.”
Morris distingue entre los actos homosexuales esporádicos y la fijación homosexual.
En el primer caso no se crean lazos homosexuales duraderos. Habla de dos tipos de actos homosexuales esporádicos: aquellos que sirven para evitar las agresiones y para resolver problemas de dominio, y aquellos que se presentan cuando el estímulo biológicamente correcto no está al alcance de un individuo, así “un miembro del mismo sexo es empleado como sucedáneo, como ‘mal menor’, en la actividad sexual.”
¿Por qué Morris habla del “estímulo biológicamente correcto”? Porque piensa sólo en la reproducción: “desde el punto de vista de la reproducción, la formación de un lazo homosexual es inconveniente, ya que no puede conducir a la producción de retoños y estropea la posible función reproductora de los adultos.”
Escribe que los actos homosexuales que no crean lazos duraderos se presentan tanto en otras especies como en la nuestra. En nuestra especie dice que “Cuando los machos o las hembras, por el motivo que sea, no encuentran acceso sexual a los individuos del sexo contrario, buscan otro deshago a sus impulsos. A veces, acuden a miembros de su propio sexo; otras veces, llegan a valerse de miembros de otra especie; otras se masturban. Minuciosos estudios americanos de comportamiento sexual revelan que, en una sociedad, un 13 por ciento de las hembras y un 37 por ciento de los varones, han realizado, antes de los cuarenta y cinco años, contactos homosexuales productores de orgasmo. Los contactos sexuales con otras especies animales son mucho más raros (porque, naturalmente, éstas no ofrecen el adecuado estímulo sexual), y sólo se han registrado en el 3,6 por ciento de la hembra y en el 8 por ciento de los varones. La masturbación, aunque carece del ‘estímulo del compañero’, es, empero, tan fácil de iniciar que se produce con mayor frecuencia. Se calcula que un 58 por ciento de las hembras y un 92 por ciento de los varones se masturban en alguna época de su vida.”
Morris valora los diferentes comportamientos sexuales desde la que llama moralidad zoológica (no olvidemos la profesión del autor). Ésta se refiere al éxito o fracaso en la reproducción: “Si ciertos hábitos sexuales impiden el éxito reproductor, podemos calificarlos sinceramente de biológicamente inadecuados.”
De ahí que la homosexualidad, la masturbación, la zoofilia o cualquier actividad sexual inútil desde el punto de vista de la reproducción resulten inofensivas siempre y cuando no se produzca una fijación, esto es, mientras no disminuyan la potencia procreadora a largo plazo de los individuos “afectados”. Así, esta moralidad zoológica le lleva a considerar como anómalos (desde el punto de vista de la reproducción, vale repetirlo) a grupos como los de monjes, monjas, solterones y solteronas y homosexuales permanentes. En cambio “ninguna práctica sexual por muy asquerosa u obscena que parezca a los miembros de una civilización particular, puede ser biológicamente criticada, mientras no impida el éxito reproductivo en general. Si los más chocantes refinamientos del acto sexual contribuyen a asegurar que se producirá la fertilización entre los miembros de una pareja, o que se fortalecerán los lazos de la misma, entonces ha cumplido su misión reproductora y es, biológicamente, tan aceptable como la costumbre sexual más ‘limpia’ y aprobada por todos.”
Morris también escribe acerca de la forma en que podría producirse una fijación homosexual importante. Así, llega a considerar que el ambiente familiar influye en las tendencias homosexuales: “Si en el ambiente familiar los retoños se ven sometidos a una madre varonil y dominadora, o a un padre débil y afeminado, esto puede acarrearles una considerable confusión. Las características de comportamiento actuarán en un sentido, y las anatómicas en otro. Si al llegar a la madurez sexual los hijos buscan compañeros que tengan las cualidades de comportamiento (más que las anatómicas) de la madre, están expuestos a elegirlos más entre los varones que entre las hembras. Las hijas corren un riesgo similar, pero a la inversa.”
Pero Morris propone un escenario en el que la “moralidad biológica (o zoológica)” puede ya no aplicarse: cuando existe una superpoblación. “Teniendo en cuenta este problema de superpoblación, podría argüirse que la necesidad de reducir drásticamente el índice de reproducción destruye todas las críticas biológicas que pueden hacerse a las categorías no reproductoras, tales como frailes y monjas, solteronas y solterones empedernidos, y homosexuales permanentes. Esto es cierto desde el exclusivo punto de vista de la reproducción, pero no resuelve otros problemas sociales con los que, en ciertos casos, tendrán que enfrentarse, aislados en su especial papel minoritario. Sin embargo, mientras sean miembros bien adaptados y valiosos de la sociedad, al margen de la esfera procreadora, su no contribución al aumento explosivo de la población puede considerarse altamente beneficiosa.”
A mí me parece que no ha cambiado su punto de vista ni una coma desde 1967.
Bueno, estoy de acuerdo en casi todo lo que indicas, porque creo que no hace sino reafirmar lo que quería (y que no sé si conseguí) exponer desde un principio: como cita Martín: "La función primordial del comportamiento sexual es la reproducción de la especie, y es evidente que esto no puede lograrse con la formación de parejas homosexuales.”
Esto no quiere decir que el sexo no se utilice con otros fines, cualesquiera que sean: desde el darse placer, el aburrimiento o el desahogo ocasional, la cohesión social o el que sea. Pero el primero es lo que dicta la evolución: la reproducción. Incluso a nivel morfológico está el sexo pensado para ello: las caderas anchas y los pechos abundantes (como dice el chiste, solo dos, pero bien gordos) van en la dirección de asegurar la máxima fertilidad de la hembra y la más eficaz forma de alimentación de la cría. Luego se "usan" para otras cosas, pero su función es la reproductora.
Fragoso no "juega limpio" cuando dice que "así, esta moralidad zoológica le lleva a considerar como anómalos (desde el punto de vista de la reproducción, vale repetirlo) a grupos como los de monjes, monjas, solterones y solteronas y homosexuales permanentes", porque utiliza el adjetivo de "anómalos" con una clara intención demostrativa de la homofobia de Morris, cuando el mismo indica entre paréntesis que la frase se circunscribe al aspecto reproductor.
Por último, el sentido utilitarista que da Morris al grupo de "anómalos" en caso de superpoblación no la acabo de entender; entiendo el literal, pero no la consecuencia de que sean considerados "altamente beneficiosos" esos comportamientos; creo que no influyen en absoluto en el control total de la población.
Una frase clave que usa Morris es la que dice: "La función primordial del comportamiento sexual es la reproducción de la especie".
Suena persuasivo, pero no puedo estar de acuerdo en este punto. El resultado de la evolución no son cosas para realizar una función. Son cosas que realizan una función, sin excluir que tengan "efectos secundarios". Basta con que el mecanismo consiga su propósito a largo plazo, no necesariamente con perfección. Creo que no hará falta que nombre ejemplos, dada la ingente cantidad de imperfecciones que solemos conocer que refutan el "diseño inteligente" (al que una visión como la que propone Morris colabora, en cierto modo).
Así, en el caso del sexo, basta con que el mecanismo produzca individuos heterosexuales en cantidad suficiente como para perpetuar la especie, para que sea válido. No tiene que ser perfecto; no tiene que cumplir la máxima de que "los genes dicen que has de ser heterosexual". Simplemente, favorecen esa tendencia sobre la homosexual, sin excluirla.
Y quizá Morris tenga razón en una cosa (aunque le doy un poco la vuelta a su argumento): que esa tendencia heterosexual se vea favorecida por un ambiente social "convencional". Por ejemplo, que ser considerado "maricón" sea una idea que nos avergüence en extremo.
-- Pedro Gimeno
Quiero responder a Gerardo con el rigor que el tema- y Gerardo- merece. Lo haré el lunes, no dispongo ahora de tiempo. Solo un comentario a lo apuntado por Pedro:
La frase de Morris me parece correcta, a pesar de tu matización. El sexo es seleccionado porque cumple una función. Y la función por la que es visible a la selección es la reproductiva, es la primordial. En ningún momento, y queda claro, creo yo, desde el momento en que habla de función primordial, descarta la sobrefuncionalidad, por decirlo así, o las funciones alternativas que pueda cumplir.
Hay un libro de hace muchos años (no lo tengo a mano) de una tal Eliane Morgan que se titulaba Eva al desnudo o algo así. El libro era una refutación casi punto por punto del de Morris. No recuerdo muy bien lo de la homosexualidad, pero en su momento me pareció sensato y bien documentado. Su argumento principal es que la especie humana es tal como es por la sociabilidad, el trabajo en equipo desde el parto hasta los alimentos. Es decir, menos genes y más sociedad.
¿Alguien recuerda el libro?
Hola, me parece interesante lo que han comentado. Pero me gustaría aclarar algo.
Manolo dice que no "juego limpio", ya que uso la palabra "anómalo" para mostrar la homofobia de Morris.
Mi intención al escribir sobre El mono desnudo y el asunto de la neotenia no fue otro que exponer las ideas de Morris (porque -equivocadas o acertadas- son interesantes), sin señalar si me parece o no homofóbico. En "Una infancia prolongada" menciono que hay quienes consideran que hay sexismo y homofobia en las ideas del zoólogo. Pero eso es todo lo que he apuntado sobre la posible homofobia de este autor.
Cuando uso la palabra "anómalo" me limito a exponer lo escrito por el mismo Morris, además de que explico el sentido en que usa la palabra. Me refiero a las siguientes línas de El mono desnudo (son del capítulo dos):
"Como zoólogo, no puedo discutir las 'peculiaridades' sexuales según la moral corriente. Sólo puedo aplicar una especie de moralidad zoológica, en términos de éxito o fracaso en la reproducción. Si ciertos hábitos sexuales impiden el éxito reproductor, podemos calificarlos sinceramente de biológicamente inadecuados. Grupos tales como los de los monjes, monjas, solterones y solteronas, y homosexuales permanentes, son todos ellos anómalos desde el punto de vista de la reproducción. La sociedad los cría, y ellos se niegan a devolverle el favor. De la misma manera, podemos decir que un homosexual activo no es más anómalo que un monje desde aquel punto de vista."
Saludos
Javier, Elaine Morgan es una guionista de televisión que se sintió muy atraída por la hipótesis del mono acuático, precisamente, a través de la lectura de "El mono desnudo" de Morris. Fué este quien la puso en contacto con el autor original de la hipótesis acuática, Alister Hardy.
En "Eva al desnudo", "The descent of woman", apennas nombra la homosexualidad. Hay un párrafo significativo respecto de ello:
No es muy sorprendente que algunos hombres exhiban una «indefinición de la meta» y se hagan homosexuales o queden fijados en prendas interiores femeninas o en el olor de la goma o en cualquier cosa igualmente ajena al tema. Cuando la emergencia biológica se agudizó y la perversidad del destino condenó a los homínidos a vivir con mujeres que habían perdido el celo de manera total y permanente, lo único realmente raro es que hayan conservado la suficiente estabilidad de propósito como para que la raza pudiera seguir existiendo. Para muchas criaturas menos avanzadas, la desaparición del celo acarrearía automáticamente la extinción de la especie.
Vaya :). Aprovecho para dedicarte tarde este artículo, que quizás recuerdes que te prometí hace mucho.
Hombre, pues te lo agradezco mucho. :)
Bueno, es que yo no digo que hombres y mujeres seamos iguales. Es lógico pensar que si tenemos dimorfismo sexual hay también adaptaciones del comportamiento que nos distinguen. Pero no trato esto en el artículo, he hablado únicamente del tópico de la mujer como gobernante mejor dotada que el hombre, y creo no hay evidencias para apoyar esto último.
Pero si fuera cierto que la mujer corre, como media, menos riesgos que el hombre, que en ese sentido ( quees el único que menciona Morris), fuera preferible la mujer al hombre como gobernanta es algo que se deduce. ¿Qué más evidencias se precisan?
Morris dice que las mujeres pasaron a ser las dirigentes de la sociedad, algo que parece que choca con lo que sabemos: estar cazando por ahí nos es problema para los hombres para llevar los pantalones en el poblado.
No, no las dirigentes. Lo que Morris dice es que las mujeres estaban en el asentamiento, en el lugar céntrico de la sociedad más tiempo físico que el hombre, que por razones cinegéticas se encontraba fuera, en la periferia. Al "trasladarse" el cazadero al centro urbano, es el hombre el que dispone el día a día, interfiere en la organización social de una manera más intensa que hasta entonces. No se trata de que las mujeres fueran las dirigents, digamos, políticas.
También dice que las mujeres son mejores gobernantes, algo que podemos desmentir con ejemplos históricos. Así como hay jefes y políticos de ambos sexos admirables y competentes, los hay también en ambos sexos vergonzosos, corruptos e incompetentes. De estos últimos trata mi pequeña lista, que es en realidad un chiste.
Pero Morris no hace inventario histórico, sino presumir que si las mujeres hubieran ocupado en mayor proporción la jefatura, algo que no ha ocurrido y por tanto no es necesario remitir a ejemplo histórico alguno, nos podría haber ido mejor. Y solo respecto de la tendencia media a asumir menos riesgos. También lo de Morris es, en parte, una broma.
Mmm... La intención de esa lista no es ser una enumeración de políticas de altos vuelos, algo que no aportaría nada a mi argumentación; es de mujeres políticas que no me parecen dignas de admiración.
Aún así, sigue sin afectar a lo que Morris dice. Bien pueden ser mujeres dispuestas a correr riesgos cercanos a la media de los hombres, o superior a esta.
Aquí creo que estás de acuerdo conmigo. Al menos si entiendo que, como yo, no ves la relación que tiene correr riesgos con la genialidad. Lo que hace Morris es, sencillamente, especular. Como digo arriba, hay muchas facetas que estudiar para explicarnos esta desigualdad; y alguna de ellas de influencia evidente, como las desigualdades sociales. Sacarse de la manga teorías biológicas infalsables es pura etología de salón. Somos muy complicados para tirarse a la piscina de la “reducción a los genes” de esta manera.
Si, yo si veo la relación. La genialidad, según Morris, es creatividad, originalidad, supone la asunción de riesgos, la no acomodación a lo establecido. No especula. Si la genialidad tiene un componente de riesgo, y creo que así es, quien más arriesga como media, más genialidades consigue. Es una deducción. Morris escribe como zoólogo y da cuenta del comportamiento desde ese punto de vista. La socialización tenderá a mantener ese estatus, a alterarlo o a cambiarlo por completo. Pero no puede negársele la base natural que , en tanto tal, alguna explicación debe tener.
No entiendo qué quieres decir aquí, su “pecado” es precisamente atribuir al ambiente (léase “factores sociales”) una influencia desviadora sobre los “correctos” genes.
Pero exclusivamente desde el punto de vista reproductivo. Hay un desvío de la función sexual que, por muy neutra o incluso buena que quiera considerarse desde el punto de vista ético, no lo es desde el punto de vista de la función reproductora. ¿O vamos a caer a estas alturas en la falacia natural de creer que si algo es natural es "malo" o "bueno" en sentido ético? Que S. J Gould ya se murió y a Lewontin le quedan cuatro seguidores nostálgicos del régimen de Stalin.
Yo no lo interpreto así, me parece claro que los factores sociales son el ambiente, en este caso una cultura humana.
Relee esto:
una característica clave de nuestra historia evolutiva ha sido la prolongación de la infancia y el aplazamiento de la reproducción. Uno de los efectos sociales de estos fenómenos ha sido que, durante 10 años...
Me parece clarísimo que dice que es la característica evolutiva de la prolongación de la infancia y aplazamiento de la reproducción la que tiene ese efecto social, es decir, en determinada cultura humana.
Bueno, aparte de que atribuir ese “síndrome de Peter Pan” a los homosexuales me suena a enorme tópico, creo que no se mantiene si pensamos en la infantilización es perfectamente general en el ser humano. ¿Acaso nerds, friquis y geeks no conservan en la etapa adulta características consideradas infantiles por la mayoría?
¿Y qué? Eso no afecta a que entre los homosexuales se conserve en mayor proporción. (O no, que es asunto empírico, pero que no puede descartarse por "razonamiento" ético)
Yo veo más bien que Morris mezcla churras con merinas para llegar a donde quiere, como suele hacer. Estoy bastante seguro de que Morris habla aquí de la neotenia, algo sobre lo que suele argumentar en sus libros. Recibe el nombre en biología de neotenia la conservación de características juveniles en la etapa adulta, es una forma “rápida” de “lograr cosas” (que se me perdonen las simplificaciones); por ejemplo, se supone que la sufrió el ser humano en su evolución cuando aumentó su tamaño cerebral en pocos millones de años. Lo que sucedió es que “infantilizó” su cabeza, lo que supuso mayor crecimiento cerebral para el adulto. Creo que mezclar la neotenia con la homosexualidad es muy enrevesado. ¿Son un caso extremo de neotenia? Creo que es mejor afeitarle las barbas a Morris con todo esto. Hay muchos comportamientos animales que no tienen un “propósito” y buscarles explicaciones es inventar entes sin necesidad.
En todo caso, el síndrome de Peter Pan estará o no asociado a los homosexuales en mayor o menor medida. Estoy convencido de que a la naturaleza le importa poco lo que pueda tener de tópico. Cuidado con los términos. Se que no es tu caso, pero eso de propósito frente a función puede mover a equívocos. Un zoólogo no puede dejar un comportamiento al albur de "quizá evolucionó porque sí". Emite hipótesis y la respuesta es ponerla a prueba, no descartarla porque nos parezca un exceso o "inventar entes" que están presentes de manera abrumadora en los rasgos de conducta.
Bueno, Asigan, creo que el problema estaba en un aspecto de la filosofía de Morris que no conocía (no es de extrañar, no he leído su obra y solo estoy opinando según lo que veo aquí).
Dices:
«El sexo es seleccionado porque cumple una función. Y la función por la que es visible a la selección es la reproductiva, es la primordial. En ningún momento, y queda claro, creo yo, desde el momento en que habla de función primordial, descarta la sobrefuncionalidad, por decirlo así, o las funciones alternativas que pueda cumplir.»
Pero una cita que ha puesto Martín después me ha aclarado un punto fundamental de desacuerdo. Me parece una barbaridad la elección de Morris de la evolución como sistema moral. Me suena más a una racionalización que sirve a sus impulsos que a una tesis realmente sostenible ante la realidad material. "¿Es que tú eres homófobo o qué?" "No, es que soy zoólogo y por lo tanto no puedo pensar de otra manera".
Cualquiera que vea la evolución como algo más que la constatación de un desarrollo estadístico estará errando el tiro, porque no es más que eso. Las predicciones de la evolución como teoría pueden errar porque están sujetas a azar e intervienen elementos caóticos.
Lo que trataba de enfatizar al criticar la frase de Morris es que la evolución como tal no es nunca una causa, sino una consecuencia. La frase tuya que cito parece aludir a la evolución como causa, como sistema normativo, por así decir, siguiendo al parecer el mismo hilo argumental de Morris. Y éso es precisamente lo que trato de rebatir. El sexo no es una herramienta de la evolución; provoca evolución. Considerar a las características de los individuos como siervas de la evolución nos sitúa en el lado equivocado.
-- Pedro Gimeno
Yo también he tardado un poco en contestar, ustedes disculpen, ya que no tengo internet en casa, como digo en mi nota de arriba, ni el tiempo que tenía para dedicarle al blog. Además, he tenido compromisos sociales y familiares. No se me amontonen, no se me amontonen...
Manolo_elmas: [ "La función primordial del comportamiento sexual es la reproducción de la especie, y es evidente que esto no puede lograrse con la formación de parejas homosexuales.” (Morris) Esto no quiere decir que el sexo no se utilice con otros fines, cualesquiera que sean: desde el darse placer, el aburrimiento o el desahogo ocasional, la cohesión social o el que sea. Pero el primero es lo que dicta la evolución: la reproducción.]
Asigan: [La frase de Morris me parece correcta, a pesar de tu matización. El sexo es seleccionado porque cumple una función. Y la función por la que es visible a la selección es la reproductiva, es la primordial. En ningún momento, y queda claro, creo yo, desde el momento en que habla de función primordial, descarta la sobrefuncionalidad, por decirlo así, o las funciones alternativas que pueda cumplir.]
Creo que ahora me ha quedado claro vuestro punto de vista. Entiendo bien por qué os parece lógico; pero discrepo en eso de que exista una “función primordial” para el sexo.
Decir que la reproducción es la función primordial del sexo es como decir que el color verde existe fuera de nuestros sentidos. Pero sabemos que el color verde no existe en realidad, solo es la manera en que los humanos percibimos un rango de la radiación electromagnética visible. El color, el sonido, el calor, el gusto... son sensaciones que no existen fuera de nosotros, únicamente nuestras interpretaciones de la realidad. Ya sé que estoy descubriendo la pólvora, todos conocemos que identificar nuestras sensaciones con la verdad es el realismo ingenuo.
Esto no solo pasa con nuestros sentidos. También corremos el riesgo de creer que nuestras interpretaciones lógicas de la realidad son la misma realidad. Es, por ejemplo, el error de la gente que encuentra mágico que “el universo obedezca las matemáticas” sin reparar en que las matemáticas son una creación lógica humana, o la que identifica el tiempo con nuestra sensación psicológica del tiempo.
Como estos sentidos, nuestros procesos lógicos son producto de una adaptación al medio. Por eso nos parecen más o menos “de sentido común” los comportamientos naturales que suceden en el entorno en el que hemos evolucionado; pero nos parece “contra el sentido común” la naturaleza que describen Einstein o Heisenberg.
Una de nuestras adaptaciones lógicas para poder entender sistemas complejos es la de dividirlos en partes. Para poder analizar el universo usamos distintas disciplinas como la física, astronomía, química, biología, geología...; pero no debemos olvidar que son divisiones arbitrarias, ya que el universo es como un gran sistema. No funciona por compartimentos. Como en el ejemplo del universo, también vemos por partes otros sistemas o realidades complicadas.
Esta manera de pensar provoca que a veces caigamos en una especie de antropocentrismo, ya que atribuimos a los sucesos reales características que no existen verdaderamente en ellos, como pueden ser estos “trucos” mentales que necesitamos para poder abarcarlos. Así, podemos confundir la realidad con nuestra imagen lógica de ella. Cuando atribuimos “fines” a la naturaleza o encontramos como ahora una “función primordial” a algún rasgo natural que percibimos como “aislado”, estamos atribuyendo a la realidad rasgos de nuestra inteligencia. No tiene sentido, es implicar la psicología e inteligencia humanas en el universo.
Esto es exactamente el mismo tipo de juicio que lleva a pensar que la evolución tiene su cúspide en el hombre. Es confundir nuestras clasificaciones con un orden externo en realidad no existe. Las versiones menos sutiles de este error derivan en la búsqueda del sentido de la vida, la creencia en autoridades divinas claramente humanoides o en la percepción de una naturaleza ordenada diseñada por una inteligencia (tenía que mencionarlo, es una ocasión estupenda de dejar caer la patada atea).
Claro que el sexo ha sido favorecido por la selección natural como método reproductivo. Donde discrepo es en que esto no otorga en absoluto relevancia entre los demás a ese rasgo del sexo, ya que esto solo es un juicio humano. Lo único que tenemos en realidad es que sabemos que no existe el sexo heterosexual puro, y estas observaciones son interpretaciones y saltos lógicos inadecuados. Como dice muy bien Martín Fragoso, cuando Morris opina que “la función primordial del comportamiento sexual es la reproducción de la especie, y es evidente que esto no puede lograrse con la formación de parejas homosexuales” está cayendo en valoraciones que no son más que moral biológica, nada más que un constructo humano.
No existe una función primordial del sexo. Es como decir que la aleta de una foca, aunque la pueda usar para rascarse, pelear o escarbar, tiene la función primordial del nado, como si pudiéramos separarla en partes. Es un juicio de valor que no tiene sentido. En la naturaleza no existen juicios de valor, salvo en la lógica de la inteligencia humana.
Quería extenderme especialmente en este punto, voy con lo demás.
Asigan: [Hombre, pues te lo agradezco mucho. :)]
De nada ;) Tengo una vocecita que me dice que debo unos cuantos más por ahí...
[Pero si fuera cierto que la mujer corre, como media, menos riesgos que el hombre, que en ese sentido (que es el único que menciona Morris), fuera preferible la mujer al hombre como gobernanta es algo que se deduce. ¿Qué más evidencias se precisan?]
Examina qué tiempos verbales has usado: “si fuera cierto”, “fuera preferible”... Llamados “hipotéticos” en algunas gramáticas. ¿Preguntas qué más evidencias se precisan? Pues las que hagan que el punto de partida sea algo cierto, y no una impresión a ojo. No partimos de hechos, este el problema de raíz. Claro que hay diferencias entre los sexos; pero ¿sabemos de verdad si la mujer corre menos riesgos que el hombre? Porque a mí no me llega con unas estadísticas de aseguradoras de automóvil.
[Pero Morris no hace inventario histórico, sino presumir que si las mujeres hubieran ocupado en mayor proporción la jefatura, algo que no ha ocurrido y por tanto no es necesario remitir a ejemplo histórico alguno, nos podría haber ido mejor.]
Sinceramente, desconozco de qué situación extraordinaria goza Desmond Morris para dispensarlo de que apliquemos el sentido crítico a sus teorías. Si sus divagaciones pueden contrastarse con la realidad, a la escala que sea, podemos y debemos hacerlo. Y mucho más, por supuesto, como escépticos, cuando pretende hacer pasar sus divagaciones como ciencia.
Yo le tengo --o no sé ya si le tenía-- cierto cariño a Morris, porque sus libros fueron los que me iniciaron en cierta comprensión biológica del ser humano; pero es totalmente pseudocientífico en muchas ocasiones, y no pocas, hasta magufo en el sentido de “promotor de una pseudociencia”. Como divulgador de la etología y la visión biológica del ser humano no es más que un “etólogo-pop”, y creo que ha hecho más mal que bien. Diría que mis lecturas posteriores, más rigurosas, consistieron en gran parte a una corrección y desmentido de los excesos de Morris. El problema es que no todos tienen la suerte de hacer lecturas posteriores más serias que reparen los desaguisados mentales que provoca.
Si Morris no hace inventario histórico en esta cuestión de las mujeres es porque, como suele hacer, prefiere ignorar cualquier evidencia en contra de lo que se le haya metido en la cabeza. ¿Cómo no va a ser necesario remitir a ejemplos históricos? Morris hace una afirmación y podemos ponerla a prueba comparándola con ejemplos reales. Y si esto vale tanto para la ciencia como para el conocimiento común o la filosofía de bar, no sé por qué hay que dispensar a Desmond Morris y sus divagaciones. El caso es que ha habido gobiernos de mujeres en todas las épocas y no resultaron nada especial con respecto a los masculinos.
[Aún así, sigue sin afectar a lo que Morris dice. Bien pueden ser mujeres dispuestas a correr riesgos cercanos a la media de los hombres, o superior a esta.]
Claro que lo afecta, y de tal manera que lo contradice y hay que explicar las excepciones. Esta explicación tuya no me satisface, ya que me parece un parche para tapar agujeros de la teoría, o sea, una hipótesis ad hoc (intento no usar jerga escéptica, pero es difícil ser exacto sin alguna).
[Si, yo si veo la relación. La genialidad, según Morris, es creatividad, originalidad, supone la asunción de riesgos, la no acomodación a lo establecido. No especula. Si la genialidad tiene un componente de riesgo, y creo que así es, quien más arriesga como media, más genialidades consigue. Es una deducción. Morris escribe como zoólogo y da cuenta del comportamiento desde ese punto de vista. La socialización tenderá a mantener ese estatus, a alterarlo o a cambiarlo por completo. Pero no puede negársele la base natural que , en tanto tal, alguna explicación debe tener.]
Sigo sin ver clara la relación de la creatividad con la asunción de riesgos. Hay tipos muy valientes que son tan creativos como una zapatilla, y personas muy creativas completamente cobardes. Y, además, esto implica un prejuicio moderno, especialmente en el arte, que es la identificación de la genialidad con la innovación y la originalidad. Sobre todo en el arte, tenemos genios que fueron conservadores en sus campos.
[Pero exclusivamente desde el punto de vista reproductivo. Hay un desvío de la función sexual que, por muy neutra o incluso buena que quiera considerarse desde el punto de vista ético, no lo es desde el punto de vista de la función reproductora. ¿O vamos a caer a estas alturas en la falacia natural de creer que si algo es natural es "malo" o "bueno" en sentido ético? Que S. J Gould ya se murió y a Lewontin le quedan cuatro seguidores nostálgicos del régimen de Stalin.]
No hay tal “punto de vista reproductivo”, como digo arriba, eso solo es un burdo y humano juicio de valor de Morris sobre la naturaleza. La naturaleza no tiene puntos de vista.
[Relee esto: una característica clave de nuestra historia evolutiva ha sido la prolongación de la infancia y el aplazamiento de la reproducción. Uno de los efectos sociales de estos fenómenos ha sido que, durante 10 años...
Me parece clarísimo que dice que es la característica evolutiva de la prolongación de la infancia y aplazamiento de la reproducción la que tiene ese efecto social, es decir, en determinada cultura humana.]
Lo siento, pero está claro que Morris no dice eso. Aíslas el párrafo, no solo aquí sino del resto de su literatura, en la que siempre ha explicado la homosexualidad como una impronta sexual defectuosa a causa de un ambiente antinatural (improntas en el ser humano, esa es otra buena). Para Morris, es un ambiente artificial el que provoca estas desviaciones que no se darían en condiciones normales. Un ejemplo clarísimo, de la introducción a El zoo humano (libro que defiende la tesis de que sufrimos en nuestra sociedad los mismos trastornos que los animales en cautividad), en el que la homosexualidad está en una lista con excelente compañía:
En condiciones normales, en sus habitats naturales, los animales salvajes no se mutilan a sí mismos, no se masturban, atacan a su prole, desarrollan úlceras de estómago, se hacen fetichistas, padecen obesidad, forman parejas homosexuales, ni cometen asesinatos.
Por supuesto que en condiciones normales, en sus hábitats naturales, los animales salvajes forman parejas homosexuales y otros de los males que señala; pero a Morris no le importa la verdad en este asunto, como en tantos otros en los que desbarra.
[¿Y qué? Eso no afecta a que entre los homosexuales se conserve en mayor proporción. (O no, que es asunto empírico, pero que no puede descartarse por "razonamiento" ético) [...] En todo caso, el síndrome de Peter Pan estará o no asociado a los homosexuales en mayor o menor medida. Estoy convencido de que a la naturaleza le importa poco lo que pueda tener de tópico. Cuidado con los términos. Se que no es tu caso, pero eso de propósito frente a función puede mover a equívocos.]
Antes de seguir, quiero dejar una cosa clara: no estoy siguiendo razonamientos éticos. No es que esté negando, por ejemplo, una evidencia porque me suene prejuiciosa o políticamente incorrecta. Lo que hago es preguntar si existe un punto de partida verdadero para el razonamiento o si solo es un tópico incierto. Estoy pidiendo un punto de partida real, no impresiones vagas, o divagaciones de tipo sociológico. Antes de pasar a explicarla o usarla para apoyar una teoría, ¿existe de verdad infantilización en los homosexuales? Apliquemos las preguntas de Mauricio José Schwartz: ¿cómo lo sabes?, ¿puedes demostrarlo? A mí esto de la infantilización me parece un auténtico cuento. (Y por cierto, ¿y las mujeres lesbianas?, ¿también son infantiles? Este tópico no funciona con ellas, ya que el suyo es más bien el del “leñador”. ¿Hacemos una teoría especial para la homosexualidad femenina? ¿Más entes todavía?)
Ese es el problema de las afirmaciones de Morris en este artículo, y no hay necesidad de buscar enfoques morales o éticos para responderle, ya que estos razonamientos no parten de hechos probados. Estamos discutiendo explicaciones para cosas cuya existencia no está demostrada.
Si he mencionado el sexismo y la homofobia en el artículo no ha sido como un argumento contra las ideas de Morris (quizás de ahí venga tu impresión); sino para resaltar que sus teorías surgen de presupuestos de su ideología. No soy en absoluto feminista ni “homofobofóbico” (¡toma “palabro”!), y su ideología no me parece motivo para juzgarle, ya que puede opinar lo que quiera; pero si intenta hacerla pasar como ciencia, protesto.
[Un zoólogo no puede dejar un comportamiento al albur de "quizá evolucionó porque sí". Emite hipótesis y la respuesta es ponerla a prueba, no descartarla porque nos parezca un exceso o "inventar entes" que están presentes de manera abrumadora en los rasgos de conducta.]
Creo que esto expresa otro de los puntos de vista que nos enfrentan en esta conversación. Buscarle significados o explicaciones evolucionistas a todo rasgo animal, físico o de comportamiento. No todo ha surgido por selección natural y se explica por ella. No es un “evolucionó porque sí”, sino que a veces es “ahí lo tenemos y no hay una “razón” en la selección natural para ello”. Hay rasgos que pueden aparecer sin ser motivados por la selección natural, o resultar neutros y perdurar sin verse afectados por ella, por lo que buscarles motivos que los han “creado”, bajo una lógica evolucionista, es caer en el panadaptacionismo. Podemos leer sobre esto en Paleofreak, que lo explica muy bien. Y como él mismo cita en su blog, y aunque sea un asunto desarrollado en la teoría moderna, el mismo Darwin lo esbozó:
Me inclino a sospechar que vemos, al menos en algunos casos, variaciones que no sirven a la especie, y que, por consiguiente, no han sido tomadas y afianzadas por la selección natural. Las variaciones que ni son útiles ni perjudiciales no serían afectadas por la selección natural, y quedarían como un elemento fluctuante, tal y como quizá vemos en ciertas especies polimórficas, o terminarían fijándose definitivamente. Es fácil errar al atribuir importancia a estos caracteres y al creer que han sido desarrollados por selección natural; muchas estructuras no tienen ahora una utilidad exacta para sus poseedores, y quizá nunca la tuvieron para sus progenitores. [Por otra parte,] somos demasiado ignorantes, en lo que respecta a la economía total de un organismo vivo, para determinar qué ligeras modificaciones serían importantes o no.
Me olvidé de saludar. Esta conversación está saliendo muy interesante.
Un saludo ;)
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