Mucha gente se queja con razón de la continua idiotización de los telediarios. Si no quieres ver un telediario que insulte a tu inteligencia desperdiciando la mayoría de su tiempo con deportes e historietas, hay que recurrir a
CNN+, poco objetivos a veces (qué entrevistador más agradable es
Antonio San José) o a
Euronews, mi preferido; pero ambas cadenas no están disponibles para todo el mundo. Los deportes siempre han ocupado la mitad de los informativos, aunque ya está uno acostumbrado a dar por terminado el telediario cuando aparece en la pantalla el
dinámico locutor de la sección; pero es indignante que ahora, cada vez más, el resto del tiempo se desperdicia sustituyendo las verdaderas noticias por anecdotillas presentadas con algún chiste por un locutor que segundos antes parecía muy afligido con la
tragedia del día. Los responsables de informarnos prefieren no aburrirnos demasiado ―no vaya a ser que se les cuele media hora de calidad en la programación―, por lo que nos cuentan los sufrimientos de nuestros groseros famosos, nos presentan una competición de paellas gigantes o, peor aún, nos intentan vender, como si fuese una noticia cultural, la última película de Hollywood.
Esta misma impresión de ser noticieros basura me la han dejado los periódicos gratuitos que han surgido como setas:
ADN,
20 Minutos,
Qué!,
Metro, etc. Debido a mi trabajo de las últimas semanas, que me dejaba muchos momentos libres con pocas opciones para entretenerme, los leí regularmente de lunes a viernes. Al principio agradecí mucho que un compañero se molestase por la mañana en recolectarlos y traérnoslos a los demás; pero a los pocos días acabé aborreciéndolos. Son todos iguales: tratan las noticias superficialmente, con una redacción informal, faltas de ortografía, hasta con cachondeo inadecuado, y hay demasiadas sobre televisión, estrenos de cine y cotilleos; los artículos de opinión suelen ser obviedades y simplezas que impresas dan vergüenza, ya que como mucho son adecuadas para un blog, (quizás sus redactores son blogueros, no me he molestado en investigarlo); los test superan en estupidez incluso a los de la revista
Cosmopolitan, que ya es decir (
¿Eres una persona divertida?); y muchos contenidos son sacados de internet y se parecen a esas gracias en cadena que todos recibimos en el correo electrónico. Creo que lo único se salva es el humor inteligente de
Ernesto Rodera, el dibujante de
ADN,
Cuando me pregunto por qué tiene tal éxito un formato tan mediocre ―al parecer están perjudicando incluso a los periódicos de verdad―, no creo que el que sean gratuitos lo responda todo. Pienso que sucede lo mismo que con la televisión, que es una porquería porque en realidad es lo que pedimos. Algunos dicen que si en la tele programasen contenidos de calidad serían bien acogidos, que la telebasura se ve porque no hay otra cosa, incluso afirman los más alucinados que es algo auspiciado por los poderes legales y fácticos, a los que les conviene embrutecer a la masa. Para mí, internet es la prueba de que esto es falso.
En internet puedes escoger sin imposiciones lo que consumes, eres libre de seleccionar lo mejor, si lo deseas. Sin embargo, todos estamos aburridos de ver que, de entre una misma oferta de un producto similar ―como los blogs, otra vez― lo que acaba siendo popular e incluso premiado no suele tener calidad, que, como siempre, es escasa y poco reconocida. Otro ejemplo de que la cultura y la información no las puede difundir cualquiera, sino que necesitan especialistas formados o por lo menos su supervisión, es la
Wikipedia. La enciclopedia de edición libre, que tanta calidad tiene en algunos artículos, no es nada fiable en algunas entradas, como las que tratan temas políticos, pseudocientíficos y religiosos o de sectas, ya que son vigiladas por fanáticos, adeptos y militantes que logran fijar su versión del texto, censurada y parcial. Y no hay más que dejarse caer por
Menéame, ejemplo de la famosa
web 2.0, para presenciar en directo el triunfo de la morralla. El principio de la
web 2.0, que consiste en delegar la gestión de los contenidos al público, falla en algo de perogrullo: si el público controla los contenidos, solo se consiguen contenidos vulgares.
Si el periodismo que viene y la
web 2.0 son esto, que dios nos coja confesados. Por lo de pronto, yo pongo mi granito de arena en su contra abandonando las cafeterías en las que no se molestan en comprar un buen periódico.
Etiquetas: opinión, varios
8 comentario/s (feed de esta discusión):
Me vas a permitir un largo aplauso por esta entrada. Plas, plas, plas...
Aunque yo no creo que se le vea ahora con mal aspecto, como si la conciencia lo torturara. Para empezar, no creo que esta gente de ego hiperdesarrollado tenga conciencia, y si la tienen, queda más que compensado ese hipotético remordimiento por los lameculos que le andan detrás. Yo también he notado que tiene un aspecto extraño, como ido, pero imagino que es el suyo por naturaleza, lo que pasa es que ahora le faltan los asesores de imagen.
Quizá no deberíamos sorprendernos por las payasadas del amigo Ánsar (ahora mismo me estoy acordando de cierta foto en la que el insigne mandatario aparecía con una gorra militar, imagina la pinta que tenía, con esas melenas que siempre lleva el colega). En mi opinión, para ser presidente, rey, papa, o cualquier "carguito" así hay que carecer de sentido del ridículo, tener muy poca vergüenza y un ego a prueba de bombas... o de atentados en Madrid con doscientos muertos.
Nada, definitivamente no creo que este caballero pierda el sueño por nada. Ni él ni tantos otros como él. ¿Te has fijado que en este bendito país nadie dimite de su cargo, pase lo que pase, escándalo tras escándalo?
Ay, cuantou los quierou.
Pues no sé, a mí el estado actual de este tipo me da bastante igual. Si quiere hablar con acento mexicano, italiano o tailandés es problema suyo. Del mismo modo, me da bastante igual que Zapatero tenga esas cejas raras o Rajoy ponga cara de pervertido sexual cada vez que sonríe. Lo importante son las decisiones que toman y qué efectos tienen éstas en la vida de los otros. Lo demás, cosas veredes.
Leónidas, aunque igual juzgo a los demás según mi forma de ser, a mí me parece casi inconcebible que al señor no le afecte semejante duda. Otra cosa es lo que le vaya en ello. Una persona decente no soportaría el peso de varias vidas sobre su conciencia, una persona menos decente lo que no soportaría sería su descrédito personal y político. Lo que le toca a él, ya no lo sé.
Sr. Póker, no creas que a mí me importa demasiado la cuestión con lo desencantado que estoy de la política. A veces me sigo asustando o indignando con algunas cosas, como esta, pero ilusión o militancia políticas, tengo muy pocas. Si lo que te importa son las decisiones que toman los gobernantes y qué efectos tienen en nuestras vidas, yo creo que lo menciono en este artículo es entonces relevante: la razón que creo que llevó la política de España en algunos asuntos, que creo que fue el éxtasis egocéntrico y provinciano de su presidente. En realidad no es nada nuevo, de idioteces parecidas y otros megalómanos peligrosos está la historia plagada de ejemplos.
Yo iba a dejar mi opinión, pero es que coincide 100% con la de Leónidas así es que solo diré que me sigue gustando (mucho) leer este blog.
Gracias, Bereni-C.
"Si lo que te importa son las decisiones que toman los gobernantes y qué efectos tienen en nuestras vidas, yo creo que lo menciono en este artículo es entonces relevante: la razón que creo que llevó la política de España en algunos asuntos, que creo que fue el éxtasis egocéntrico y provinciano de su presidente."
Para mí está bastante clara la motivación de Aznar. Pero lo que digo es que ésta no tiene importancia. Una decisión política, sea del Ánsar, Marianico o ZP, se puede juzgar perfectamente sin necesidad de encontrar cuál es la razón personal que llevó a un determinado personaje a tomarla. Con Aznar y la guerra de Iraq ya poco importa lo que se diga o deje de decir al respecto, pero en otros temas es bastante más importante, e incluso puede ser contraproducente. Por ejemplo, ante las obras descontroladas que se están sufriendo en muchas grandes ciudades es lógico pensar que los políticos que autorizan ésto quieren ganarse un sobresueldo a costa de nosotros, los hacenda..., quiero decir, el pueblo. Pero más vale que este no sea el argumento central en contra de las "remodelaciones urbanísticas", a no ser que lo puedas probar, claro, ya que si no sólo estarás echando piedras sobre tu propio tejado.
Cambiando un poco de tercio, a mí tampoco me va demasiado la política. Sirve para echarse unas risas (reir por no llorar), no para mucho más. Lo único que me toca los huevos es como se rasgan las vestiduras los que se dicen de izquierdas cada vez que los neocons hablan del intervencionismo del Estado (como, por ejemplo, con el tema de Endesa y Gas Natural... valiente gilipollez fue ya privatizar en este campo como para ahora achantarse ante reproches y sinsentidos como esos).
[Para mí está bastante clara la motivación de Aznar. Pero lo que digo es que ésta no tiene importancia. Una decisión política, sea del Ánsar, Marianico o ZP, se puede juzgar perfectamente sin necesidad de encontrar cuál es la razón personal que llevó a un determinado personaje a tomarla.]
Bueno, no sé si siempre es importante conocer las motivaciones de una decisión política, pero, interesante, sí me lo parece. O al menos algunas.
A los tiempos que paso por este blog (no sabía que era un blog español,).
Lo que dices sobre el esnobismo infantil lo que he visto en vivo y en directo en un hermano que tengo (que no es precisamente un niño cronológicamente). Y bueno, hay acentos y vocablos extranjeros que francamente me gustan y su chapurreo en la jerga diaria lo veo más a modo de joda. Que haya gente que se lo tome en serio y que piense que eso los hace distinguidos, o más bien dicho, que ese tipo de afectación los va a librar de sus propias y cansinas taradeces nativas o inherentes en su persona es otra.
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